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El Espejo de la Retroalimentacion

  • REDARGÜIDOS PARA EXCELENCIA
  • por H. Chapa

 

En nuestro desarrollo personal y profesional, la retroalimentación es un proceso clave para aprender y crecer.   Todos tenemos puntos ciegos, áreas que desde el punto donde nos encontramos no somos capaces de ver pero que otras personas desde puntos diferentes sí las pueden ver.

El salmista oró a Dios con esta sensatez en mente:

“¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos.   Preserva también a tu siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de mí; entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión.” (Salmos 19:12-13).

La retroalimentación nos permite vernos en el espejo de otro, pero, ¿por qué nos resistimos a recibirla cuando sí solemos ser rápidos para darla?

Posiblemente la evitamos porque implica confrontación. La confrontación toca dos elementos de resistencia como lo es el temor a ser herido -sentirse mal con uno mismo o con la persona que nos está retroalimentando-, y, como dijo el salmista, la retroalimentación toca nuestra soberbia -nos sentimos superiores o menospreciamos al que nos retroalimenta-.

El camino a la integridad y, en consecuencia, al crecimiento está en librarnos de nuestros propios errores sin que la soberbia ni el temor se interpongan en el camino. Una de las mejores prácticas para esto es ser retroalimentados.

En cierta ocasión, Jesucristo junto con su familia se encontraban en una boda y, faltando el vino, los sirvientes vinieron a pedirles ayuda. Jesús les dijo que llenaran varias tinajas de agua; despues que lo hicieron, les mandó que presentaran su contenido al maestresala. Cuando el maestresala probó el líquido certificó que era vino y de la mejor calidad. Esta historia se registra en el libro de Juan capítulo 2.

¿No pensaríamos que Jesús, como el mismo Hijo de Dios, estaba seguro que su milagro estaba bien hecho y no necesitaba la retroalimentación de nadie? sin embargo, nos estaba enseñando la práctica de la retroalimentación al pedir que llevaran las tinajas al maestresala que era la persona que contaba con el punto de vista experto.

Someter nuestras obras al punto de vista experto es una práctica de excelencia y de humildad al reconocer que no lo sabemos todo o que, como en el caso de Jesús, hay otras personas que tienen una posición distinta a la nuestra y con cuya retroalimentación nuestras obras toman mayor valor.  Jesús lo dijo en otra ocasión de esta manera: “Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero.” (Jn 5:31)

En el caso del agua convertida en vino, Jesús no fue “juez y parte” al autoevaluarse sino que acudió a la retroalimentación de otro. Aun y cuando lleguemos a pensar que lo que estamos haciendo es perfecto, buscar la retroalimentación es un principio de excelencia que permite que alguien desde una posición distinta a la nuestra certifique o corrija lo que hacemos con su vision.

La retroalimentación es un regalo cuando viene de la persona correcta. Cuando recibimos retroalimentación de alguien, démonos cuenta de cuál es su motivación y cuál es su posición … ¿nos aprecia?, ¿nos ama y considera?, ¿su óptica viene de una mayor experiencia que nosotros o de mayores capacidades?

El Salmo 141:4 provee una máxima con respecto a la retroalimentación:

“Que el justo me castigue será un favor, y que me reprenda será un excelente bálsamo que no me herirá la cabeza.”

Esta palabra “reprenda” tiene como sinómino la palabra “redargüir”. Redargüir es la palabra que más frecuentemente se usa en la Biblia para describir el proceso de retroalimentación de Dios.   En el Nuevo Testamento, redargüir viene del griego “elencho” que implica convencer (2 Tim 4:2), poner en manifiesto (Jn 3:20), y mostrar la falta (Jn 8:46).

¿Estamos dispuestos a ser librados de nuestros propios errores permitiendo que otras personas, y sobre todo Dios mismo, nos redarguyan y asi desarrollar excelencia?

Hubo una persona que dijo “sí”: Michael W. Smith, un artista de la música ahora ganador de 3 premios Grammy, 34 premios Dove, con 14 álbumes de oro, 5 de platino, y más de 13 millones de álbumes vendidos. Este hombre conoció a Dios desde chico sin embargo se fue perdiendo hasta el punto de suplicarle ser redargüido por El para encontrar de nuevo el camino de vida.

“En ese momento oré a Dios que hiciera lo que fuera necesario para atraer mi atención”, fue su petición y Dios se la contestó retroalimentándole por medio de una difícil circunstancia de vida.   Le invito a conocer el testimonio de Michael W. Smith:

 

Dios redarguye usando distintas herramientas para hablar a nuestro corazón:

  1. Mediante su Palabra (2 Tim 3:16)
  2. Mediante el consejo de una persona recta y bien intencionada (Sal 141:4)
  3. Mediante nuestra conciencia, como un pensamiento que brota de repente con mucha fuerza o en un momento de oración o alabanza (Sal 16:7)
  4. Mediante situaciones de vida (Lc 15:14-17)
  5. A través de la vida y obra de Jesucristo (Heb 1:1-3; 12:1-2; 2 o 3:18)

Si deseamos que Dios mismo nos retroalimente para así ser librados de nuestros errores y caminar hacia la excelencia, démonos la oportunidad: al conocer más la Palabra de Dios;  escuchando con “oídos abiertos” a nuestros hermanos, padres, discipuladores, y amigos que son rectos;  dejando que Dios hable a nuestra conciencia buscando momentos de meditación en El por medio de la oración y la alabanza;  abriendo nuestros ojos a las circunstancias que vivimos;  conociendo más sobre Jesucristo quien es nuestro modelo y punto de referencia para tomar decisiones sabias.

No tengamos miedo ni resistamos a la confrontación cuando Dios use alguno de estos medios, pues cuando Dios redarguye siempre lo hará con total empatía, amor, y con el fin de restaurarnos (Is 1:18-19).

Empecemos practicando recibiendo retroalimentación al buscarla de nuestros semejantes y personas más próximas, no cerrándonos, sabiendo que incluso ahí Dios puede estarnos hablando.

 

 

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