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Satisfactores conforme al Diseño

  • EL CASO DE LA LEGALIZACION DEL MATRIMONIO HOMOSEXUAL
  • por H. Chapa

 

El 26 de Junio de 2015 se convirtió en un día histórico porque la suprema corte de EEUU dictaminó que ningún estado de la unión americana puede negar el matrimonio entre personas del mismo género.

Esta legalización implica el cambio legal en la definición del matrimonio en EEUU, ampliando dicha definición como la unión entre un hombre y una mujer, o entre dos hombres, o entre dos mujeres, teniendo cualquiera de estas tres instancias los mismos derechos legales y beneficios.

Si bien bajo el marco de la libertad cada individuo puede decidir cómo conducir su vida, incluyendo la preferencia sexual que desee adoptar, esta redefinición legal del concepto de matrimonio causa un gran y legítimo debate sobre si la ley está llamando bueno a algo que no lo es.  ¿Cómo pesar la conveniencia de esta decisión?, ¿qué posición entendemos que Dios tiene al respecto?

En un mundo de relativismo, la verdad solo se puede encontrar a través de puntos fijos de referencia.  La Palabra de Dios registrada en la Biblia nos dice que Dios creó tanto al ser humano como el matrimonio.

En Génesis 2:24 vemos que el mismo Adán expresa su entendimiento (una revelación que solo pudo haber venido de Dios pues él no tuvo padre ni madre, elementos que él cita) de que la unión matrimonial surge del compromiso entre un hombre y una mujer para ser un núcleo autónomo con respecto a otras entidades, formando una unidad indivisible (figuradamente le llama “una sola carne”).  En otras porciones bíblicas se especifica que esta unión es exclusivamente entre hombre y mujer, no entre personas del mismo género. La pregunta que surge es, ¿por qué adoptar esto como nuestros valores morales para regir nuestra conducta?

Vayamos al origen del ser humano en Génesis 1:27-28 (NVI): “Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó, y los bendijo con estas palabras «Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla»…”

A la luz del pasaje anterior, vemos que cuando Dios crea al ser humano hay tres elementos que le da, los mismos que rigen al matrimonio:

  • – Le dio una IDENTIDAD, la definición de lo que es
  • – Le dio su BENDICION, su aprobación y respaldo para alcanzar su bienestar y realización
  • – Le dio un PROPOSITO, ejercer dominio sobre la creación y ser fructífero en todo

 

  1. Una Identidad

A diferencia de cómo Dios creó al resto de la creación, él crea al ser humano como un padre engendra a un hijo, tomando de su propia identidad para formar la identidad del ser humano.

El decide formar al ser humano a su imagen conforme a su semejanza (Génesis 1:26).  La palabra “imagen” en la escritura original hebrea es selem, que significa “apariencia, figura, modelo”; así que la identidad del ser humano es siguiendo la apariencia de la identidad de su padre creador, siendo un modelo del carácter de Dios.

Lo interesante es que Dios decidió vaciar esta imagen de él en dos vasos, en dos géneros, vasos complementarios con similitudes y diferencias.  Es solamente en la union de un hombre con una mujer que vemos completo el modelo del carácter de Dios, porque la identidad del ser humano por diseño es en la suma de ambos géneros.

Esta es quizá la principal razón por la que la familia, núcleo de la sociedad, tiene como su fundación el matrimonio: es en el pacto de amor entre un hombre y una mujer en la que la familia y los hijos tienen la identidad del ser humano, lo que son.

Una familia saludable requiere esfuerzo para que sea plena, pero si no se sigue el diseño de Dios es terriblemente difícil por ir en contra de su diseño, es como querer introducir un cubo en un orificio en forma de triángulo aunque sean del mismo tamaño.

Sobre el modelo de Dios que es papá y mamá, los hijos tienen la base correcta sobre la cual desarrollarse integralmente para ser verdaderamente bendecidos.

  1. Una Bendición

Lo segundo que Dios da al ser humano es su bendición.  Bendición es el favor de Dios con respecto a algo que él sabe que es bueno para nosotros.

La bendición es como la garantía del fabricante de un producto que adquirimos. El producto fue hecho para satisfacer una necesidad y funcionar bien pero, si tuviera una falla, el fabricante se encarga de hacerlo funcionar. El matrimonio como Dios lo diseñó, tiene Su bendición, lo que nos da la garantía de Dios de que es el mejor canal para ser bendecidos como pareja y como familia.

“La bendición del SEÑOR es la que enriquece, y no añade tristeza con ella” dice Proverbios 10:22, dándonos a entender que lo bueno que viene de Dios contribuye a nuestra plenitud y no produce consecuencias negativas ni daños colaterales.

Cuando creamos modelos sustitutos del diseño original corremos el altísimo riesgo que la aparente bendición que produce sea una alegría que tarde o temprano se verá eclipsada por daños colaterales que no fuimos capaces de preveer.

Nuestro problema es que somos limitados y no tenemos todas las respuestas. Hasta hace relativamente poco tiempo descubrimos los daños colaterales de la promiscuidad sexual.  El SIDA apenas se identificó como enfermedad de transmisión sexual a inicios de 1980 (https://www.aids.gov/hiv-aids-basics/hiv-aids-101/aids-timeline/).  Darnos cuenta de las consecuencias a nivel físico de degenerar un modelo de Dios es lo más sencillo; nos falta mucho por descubrir a nivel emocional y a nivel espiritual.

Cambiar el diseño del Creador abre la puerta a un mundo de daños colaterales desconocidos que hasta que se viven se sufren, pudiendo entonces ser tarde para revertir sus efectos.

En ocasiones (como esta) cerramos los ojos ante este riesgo por contar con el bienestar esperado.  La percepción de lo que es bueno para nosotros puede llegar a ser tan relativo como la definición que un niño de 6 años tiene de lo que es la felicidad; quien mejor que el Padre creador que tiene una visión completa para decirnos lo que es bueno, por eso su voluntad para nosotros es, además de buena, perfecta y agradable (Romanos 12:2).

  1. Un Propósito

Para todo lo creado, como lo es el ser humano y el matrimonio, el propósito de algo determina el diseño de la creación, y este diseño determina sus necesidades.

Por ejemplo, un automóvil se hace con un propósito. Para cumplir su propósito es que se diseña con un motor el cual hace mover las ruedas para impulsar el vehículo. El diseño del coche puso el motor determinando sus necesidades y satisfactores correctos.  El motor necesita combustible para operar, pero no cualquiera, no es lo mismo un motor de gasolina que uno de diesel.

En nuestra limitación a veces pensamos que lo creado por Dios puede alterarse, mejorarse o adecuarse a lo que nosotros queremos.  Hacer esto es como usar diésel en un motor de gasolina… simplemente no va a funcionar correctamente y corre el riesgo de estropearse con el tiempo.

Una vez mi hijo tenía mucha hambre y pensó que era bueno saciarse comiendo dulces.  En la mente de un niño pequeño suena como una bendición redonda: saciar mi apetito con lo más delicioso a mi paladar.  Cualquier persona mayor sabe que esto a la larga traerá una descompensación del cuerpo que producirá males que el niño no prevé.  El satisfactor incorrecto es aquel que no corresponde al diseño, y, como dijimos, el diseño lo determina el propósito del creador.

Un matrimonio homosexual es así.  Las necesidades afectivas de una persona con una orientación hacia su mismo género son legítimas, pero es un engaño pensar que el satisfactor correcto es hacer operar algo que Dios creó en contra de su diseño. Los verdaderos satisfactores para una persona con estas necesidades no se encuentran en el homosexualismo, ni en el lesbianismo, ni  cambiando de género; el diseñador de nuestra alma, que es Dios, sabe cuales son los verdaderos satisfactores… si le buscamos podemos encontrarlos en él y ser plenos.

Detrás del hashtag #LoveWins (el amor gana) con el que el presidente Obama dio a conocer la noticia en su cuenta de Tweeter, vemos la necesidad de la comunidad homosexual de amar y ser amado.  Amar y ser amado es algo tan legítimo como que es parte del diseño de nuestra alma. Qué mejor fuente para conocer los satisfactores de acuerdo al diseño de algo que acudir al diseñador mismo.

 

La postura de Dios sobre este asunto la podemos encontrar respondiendo a la pregunta, ¿qué haría Jesús?

El ejemplo que vemos en Jesucristo es a no discriminar a nadie que haya decidido conducir su vida fuera del diseño del Creador sino ayudarles a encontrar el camino.  Al mismo tiempo que Jesús convivió con los socialmente marginados, les exhortó a cambiar su conducta para encontrar la verdadera bendición.  Destacamos un par de ejemplos:

– Cuando los religiosos le trajeron a una mujer sorprendida en adulterio y, sabiendo que su ley decía que podían apedrearla a muerte por esa falta, Jesús les responde de manera que redargüidos en su conciencia dejan a la mujer en paz.  Jesús defiende a la mujer pero le hace ver que su conducta no es correcta, diciéndole: “… ni yo te condeno, vete y no peques más” (Juan 8:11)

– Después de tomar agua con una mujer que había cambiado el modelo del matrimonio por la unión libre después de 5 divorcios, la confrontó con su situación pero le animó a que buscara el verdadero satisfactor a su necesidad.  Le dijo: “cualquiera que bebiere de esta agua (lo que ella pensaba que era su satisfactor) volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré (el verdadero satisfactor) no tendrá sed jamás …” (Juan 4:13-14)

Delante de Dios no es pecado tener necesidades; las necesidades están para ser satisfechas.  Lo importante es que no nos engañemos pensando que satisfactores limitados o incorrectos cubrirán a cabalidad nuestras verdaderas necesidades.

Dios por eso nos aconseja en su Palabra a ser sensatos y preveer hacia donde nos conducen nuestros pasos: “La ciencia del prudente está en entender su camino.  Hay camino que al hombre la parece derecho, pero su fin es camino de muerte.”  (Proverbios 14:8,12)

Por esta razón la ley debe ser prudente y no llamar a lo bueno malo, ni a lo malo bueno sea por desconocimiento o por motivos equivocados.  El matrimonio no puede ser redefinido porque su creador es Dios y lo diseñó para satisfacer las necesidades afectivas del hombre y de la mujer y para ser el modelo que los hijos necesitan para su desarrollo integral.

Nuestras necesidades serán cubiertas a plenitud y sin traer daños colaterales cuando funcionemos de acuerdo al diseño del Creador.

 

 

Si desea contar con mayor información para responder cualquier duda sobre la existencia de Dios, o sobre como él puede suplir nuestras necesidades de toda índole, envíenos un mensaje a info@grupoelcamino.org o visítenos en La REUNION DEL DOMINGO